Incorporar, con moderación, frutos secos y desecados en la dieta diaria genera múltiples beneficios ya que son una fuente importante de minerales (calcio, fósforo, potasio, hierro, magnesio, manganeso, zinc), vitaminas varias, aceites poliinsaturados (omega 3 y 6) y fibra. Son ricos en grasas saludables.
Sus propiedades los convierten en aliados de nuestra salud física, estética y emocional.
Regulan el colesterol, fortalecen los huesos, regulan la función intestinal, contribuyen al mejoramiento del cabello y la piel, disminuyen el riesgo de enfermedades cardiovasculares, son antioxidantes naturales, combaten la anemia, los estados de fatiga y los calambres (lo que los hace ideales para deportistas).
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